La semana
pasada me llamó mucho la atención la banalidad del equipo de Fox News al
enfocar toda su atención en los zapatos de Alexandria
Ocasio-Cortez, especialmente cuando existen tantos temas relevantes a los cuales
se debe dedicar toda la atención posible.
Claro, no debe sorprenderme esta acción por parte de Fox News, pues, sabemos
que su tarea es des-informar y hacer todo lo que esté a su alcance para
mantener y alimentar la línea conservadora a cuesta de lo que sea. Pero parece
que eso de los zapatos me tocó profundamente, pues, en mi meditación personal de
hace dos días, se asomaron a mí ideas sobre mis propios zapatos.
En mi
infancia y adolescencia, cuando necesité tener zapatos nuevos, siempre fui acompañado
por alguien, especialmente por mi madre. Era como si la experiencia misma de mudar
de calzado estuviera íntimamente ligada a la familia. Puede que parezca raro,
pero debo confesar que esto es una tradición que he mantenido. Hace unos años fui a una tienda a comprar zapatos
y fui acompañado de mi hija mayor y un primo.
Quizás lo que quiero expresar con esto, al pensar el porqué de esta tradición,
es que, en la vida, nunca vamos solos en nuestro caminar, que siempre hay
alguien que nos acompaña en la protección de nuestros pasos para que podamos echar
a andar, para que caminemos nuestros propios senderos.
Otra
observación tiene que ver el tiempo me duran los zapatos. De adulto, he mantenido
la opción de llevar una vida simple, aunque a veces sé que siempre puedo hacer
más en ese sentido. Sin embargo, pienso
en la simpleza de vida y no dejo de visualizar mis zapatos, pues, en ellos, de
alguna manera, se refleja la actitud con la que quiero asumir la vida y
recorrer el mundo: Sin acumular, dando valor a las cosas, pensando en lo que
hay detrás de ellas. ¡Quizás por eso me duran tanto! Y eso, que uso toda la
vida útil que ellos me puedan brindar.
No se me
había ocurrido pensar que mis viejos y bien conservados zapatos me empujarían a
reflexionar sobre mis propias opciones de vida y, sobre todo, en los pasos que
voy dando en el día a día junto a otras personas. Los zapatos, el rumbo y la
intencionalidad a flor de piel para hacer posible la vida en justicia y solidaridad.
Pues, aquí
les dejo por ahora.
Me voy a
caminar con mis zapatos, esos compañeros de viaje en este complejo peregrinar.
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