jueves, noviembre 29, 2018

Zapatos en rumbo


La semana pasada me llamó mucho la atención la banalidad del equipo de Fox News al enfocar toda su atención en los zapatos de Alexandria Ocasio-Cortez, especialmente cuando existen tantos temas relevantes a los cuales se debe dedicar toda la atención posible.  Claro, no debe sorprenderme esta acción por parte de Fox News, pues, sabemos que su tarea es des-informar y hacer todo lo que esté a su alcance para mantener y alimentar la línea conservadora a cuesta de lo que sea. Pero parece que eso de los zapatos me tocó profundamente, pues, en mi meditación personal de hace dos días, se asomaron a mí ideas sobre mis propios zapatos.

Recordé que durante mi niñez varios de mis tíos trabajaban en tiendas de zapatos y uno de ellos ayudaba con la contabilidad en una fábrica local de calzados. Tener zapatos me generaba una gran alegría, pues, con el crecimiento adolescente, el tamaño de los pies cambiaba muy rápidamente. Recuerdo que heredar zapatos de los tíos era algo más que normal y no había nada de resentimiento en ello.  Al contrario, existía un sentido de gratitud que siento me ha acompañado durante todos estos años.

En mi infancia y adolescencia, cuando necesité tener zapatos nuevos, siempre fui acompañado por alguien, especialmente por mi madre. Era como si la experiencia misma de mudar de calzado estuviera íntimamente ligada a la familia. Puede que parezca raro, pero debo confesar que esto es una tradición que he mantenido.  Hace unos años fui a una tienda a comprar zapatos y fui acompañado de mi hija mayor y un primo.  Quizás lo que quiero expresar con esto, al pensar el porqué de esta tradición, es que, en la vida, nunca vamos solos en nuestro caminar, que siempre hay alguien que nos acompaña en la protección de nuestros pasos para que podamos echar a andar, para que caminemos nuestros propios senderos.

Otra observación tiene que ver el tiempo me duran los zapatos. De adulto, he mantenido la opción de llevar una vida simple, aunque a veces sé que siempre puedo hacer más en ese sentido.  Sin embargo, pienso en la simpleza de vida y no dejo de visualizar mis zapatos, pues, en ellos, de alguna manera, se refleja la actitud con la que quiero asumir la vida y recorrer el mundo: Sin acumular, dando valor a las cosas, pensando en lo que hay detrás de ellas. ¡Quizás por eso me duran tanto! Y eso, que uso toda la vida útil que ellos me puedan brindar.

No se me había ocurrido pensar que mis viejos y bien conservados zapatos me empujarían a reflexionar sobre mis propias opciones de vida y, sobre todo, en los pasos que voy dando en el día a día junto a otras personas. Los zapatos, el rumbo y la intencionalidad a flor de piel para hacer posible la vida en justicia y solidaridad.

Pues, aquí les dejo por ahora.
Me voy a caminar con mis zapatos, esos compañeros de viaje en este complejo peregrinar.  

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