sábado, septiembre 08, 2012

El arte de educar
La escuela a la que hemos asistido por años y de la cual somos producto, tiene una estrecha relación con el tipo de sociedad en que vivimos.  No se puede pretender que el fenómeno pedagógico, concebido en nuestro tiempo, en la mayoría de los casos, como una práctica de amoldamiento social, lejana a los valores que busca promover y, sobre todo, de carácter no participativo (cada vez más las familias usan la escuela como centro de cuidado de sus hij@s) y sin respeto ni potencialización de las individualidades, pueda generar una persona capaz de transformar la sociedad de manera auténtica.  Para que la escuela recupere su rol de formar individuos con integridad, cuyo compromiso con su entorno sobrepase las potenciales ganancias individuales y se vean revalorizados los espacios colectivos y las relaciones, tanto consigo mism@ como con los demás, tiene que existir un proceso de cambio intencional y orientado a hacer de la escuela ese territorio de descubrimientos donde niñ@s y docentes caminan acompañándose mutuamente.  Claro está, esto implica un cambio de paradigma en en el rol no solo del sistema educativo, de l@s docentes, de la participación familiar, sino también en el tipo de sociedad que buscamos construir.

La educación pensada desde una perspectiva liberadora no puede contenerse en las cuatro paredes del aula, no está supeditada al uso de textos ni a curricula o metodologías impuestos desde un sistema piramidal y que responde a intereses socio-económicos y de poder que no facilitan la r-evolución constante en la que debemos estar inmers@s.   La escuela y la tarea pedagógica se debe a unos contextos específicos que precisan transformación; y es desde estos contextos donde educar es permitirse ser compañer@ de camino, donde se exploran las potencialidades individuales en un ambiente de respeto y solidaridad, donde se busca promover la diversidad y donde la reflexión, tanto individual como colectiva, nos lleva a descubrir las mejores ideas posibles.

La escuela como espacio de crecimiento hay que recuperarla.  No son suficientes las llamadas reformas educativas que se reducen a una revisión de la curricula o a los cambios constantes libros de textos que son tan frecuentes en muchos de nuestros países.  Si vamos a rescatar la escuela tenemos que asumir el reto de trabajar en conjunto, de abrirnos a nuevas ideas, de colaborar con todos nuesttros recursos (incluido el económico) para hacer del cambio un hecho posible.

La tarea de educar es un arte y en esto tod@s podemos expresarnos con creatividad, aportando lo mejor de si en pos de una sociedad más justa, libre, solidaria, democrática y respetuosa.

Para animar y continuar la reflexión, les dejo con la película documental "la escuela prohibida".  Creo que ésta abarca muchos de los temas de los que quiero compartirles.

Hasta la próxima,

 Chico

 

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